Lo hacen con una actitud receptiva hacia su mundo interior. Aprenden a percibir sus emociones en su cuerpo, a escuchar sus pensamientos con calma y a tomar conciencia de sus sentimientos. El conocimiento que poseen de su mundo interior les hace más sensibles y comprensivos con ellos mismos y hacia los demás. Poseen la certidumbre de que sus sentimientos son importantes.
Realizan ejercicio físico, se alimentan bien y se conceden tiempos de descanso. Saben que la salud es lo primero y viven conforme a este principio. Saben que el cuerpo es su primera casa y tienen presente la plegaria del poeta Decimo Junio cuando imploraba a los dioses que le concedieran un espíritu y un cuerpo en equilibrio: “Mente sana en cuerpo sano.”
Han conquistado un estilo de pensamiento positivo que les ayuda a vivir cada día. Piensan que siempre hay un camino para lograr aquello que desean o necesitan y lo persiguen hasta encontrarlo. Ante los contratiempos piensan, no hay mal que por bien no venga, y donde otros ven problemas, ellos ven oportunidades de cambio y mejora.
En su agenda verás tiempos para trabajar, para descansar y para divertirse. Si quedas con ellos, serán puntuales respetando tu tiempo y el suyo por igual. Distribuyen su tiempo para atender sus diferentes áreas vitales con esmero. Creen firmemente que el tiempo es oro.
Piensan que existe un lugar para cada cosa y cada cosa debe estar en su lugar. El orden les ayuda a encontrar las cosas cuando las necesitan. Les ayuda a ser efectivos y a no perder el tiempo. Nunca les ves haciendo orden porque no desordenan. Cuando han usado una prenda de vestir, la guardan en su sitio. Cuando llega el correo lo abren y lo guardan si procede. Su orden externo es un reflejo de un orden interior.
Viven conscientes de sus necesidades espirituales y las atienden mediante el arte, la buena conversación y el silencio; por dar algunos ejemplos. Respecto a sus necesidades materiales, su actitud es de aprecio y respeto hacia el valor de las cosas. En su agenda verás objetivos materiales y no-materiales. No son materialistas ni espirituales en extremo. Su máxima es “Menos es más.”
Su espíritu de superación es acompañado de un nivel de esfuerzo flexible y apropiado a las circunstancias. Todo nuevo aprendizaje es visto por ellos como un reto y una oportunidad de aprender. Es fácil verlos sonreír ante sus errores y reírse de sí mismos. Su creencia es que los errores nos ayudan a crecer.
Los hacen frente, si saben cómo, y piden ayuda en caso contrario. Esto les permite ganar confianza en ellos mismos. Se apoyan en los demás para recibir consejo y ayuda. Los problemas son analizados desde diferentes ángulos y durante un tiempo suficiente Su consigna es no dejes para después lo que puedas hacer ahora.
No son inexpugnables. Atraviesan crisis vitales como todos los mortales. Lo que les caracteriza es la templanza con la que afrontan la adversidad y los ricos aprendizajes que extraen de ella. Sus cimas y valles propios del camino de la vida son empleados para aprender de sus errores y para perseverar en los buenos hábitos y las acciones provechosas. Tienen bien presente que toda crisis esconde una oportunidad de crecimiento y superación.
